lunes, 10 de noviembre de 2014

Confieso

Y mientras me aferro a ésta libertad embriagadora que -creo- no quiero soltar, confesare en un susurro inaudible que en mis noches más oscuras mi cuerpo pide a gritos otro que lo venga a abrazar.

Aunque de día vaya por la vida, sonriente, viva y suficiente, confiando que puedo alcanzar el cielo y que mis sueños siguen en mis manos.
Evitando cualquier atadura que pueda alejarme del éxito, evitando cualquier atadura que pueda hacerme olvidar la meta.

En mis noches más frías e incluso en las más cálidas, el vacío en mi cama parece congelar el aire. Y aunque no lo quiera, esta estúpida humanidad que me llena, necesita ese contacto... Ese que tanto me esfuerzo por evitar.

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